¿Alguna vez han intentado ayudar a alguien tanto que terminan empeorando la situación?
El otro día escuche una frase de Alan Watts que decía, “El infierno está pavimentado con buenas intenciones”. Más allá de discutir la pesada revelación de esta frase, lo que quiero decir es que hay momentos donde buscamos ayudar a los demás a nuestro modo. Estamos tan enfocados en la manera en que queremos hacer sentir bien a la otra persona, que prácticamente los atropellamos. Se nos olvidan sus necesidades y nos enfocamos en las nuestras. Nos enfocamos tanto en la envoltura que se nos olvida el regalo.
Yo he estado en muchas situaciones donde me siento rechazado o molesto de haber ayudado y que el resultado -que la otra persona se sienta mejor- no haya resultado.
La frase de Alan Watts continua con una historia entre un mono y un pez: “Deja te pongo en un lugar seguro” dijo el Mono, poniendo a un pez de manera segura arriba de un árbol. El mono tiene buenas intenciones pero nunca se pregunta qué es lo que realmente es bueno para el pez. Nosotros a veces somos el mono y a veces el pez.
¿Cómo podríamos romper este ciclo? ¿Cómo podríamos saber lo que es bueno para los demás? Pues en principio no es especulando, infiriendo o asumiendo. La mejor manera, la manera más sencilla, es preguntando a la otra persona qué es lo que necesita. O más bien, primero hay que reconocer que no sabemos qué es lo que es bueno para esa persona. Reconocer y decir con honestidad que quieres ayudar pero que no sabes cómo hacerlo. Y después preguntar qué es lo que podría necesitar.
Entonces, hay tres pasos:
- Reconocer.
- Expresar tus intenciones.
- Preguntar sus necesidades.
No sé si es el mejor plan, pero creo que te ayuda a evadir muchos problemas que pueden surgir mientras ayudas a los demás. Yo en lo personal soy una persona emocional y mi forma de “ayudar” a los demás es con contacto físico. Pero hay personas que no usan ese método para sentirse mejor. Y no está bien que me enoje si ellos no aceptan mi “regalo”. El punto no es que yo los apapache y salir como el héroe del cuento. El punto es que ellos entiendan que tienen una red de apoyo y que su red de apoyo reconoce sus emociones y está al tanto de lo que necesite.
Ok. Tal vez no es facil.
Tal vez el instinto te empuja a apapachar, a ayudar y a mover cielo, mar y tierra porque te importa la otra persona. Y los fines justifican los medios. Mientras se sienta apapachado, eso es lo que importa. ¿Qué va a saber esa persona, en crisis emocional, lo que necesita?
Lo entiendo.
Yo te invito a preguntar y darles su lugar primero. Haz todo lo que consideres que puede ayudarles, pero reconoce en ellos la habilidad de saber qué les puede ayudar más.
Es un estira y afloja.
Tal vez un, “No quiero nada” es realmente un “No quiero nada”. Y si le llevas un té, aunque no lo pidió, puede que le haya alegrado el día una minúscula de porcentaje. Y lo importante es eso. Dar un poco y ver cómo reacciona. Motivarlos y darles su espacio. Estar presente y luego dejarlos descansar. No con la batuta de que los vas a sacar de su crisis, ya que ellos pueden hacerlo poco a poco (he ahi la resiliencia), sino con el estandarte de que estarás ahí con ellos hasta que lo logren.